La celebración del Año Nuevo tiene raíces antiguas y ha evolucionado a lo largo de la historia en diferentes culturas. La fecha exacta en que se empezó a celebrar varía según las civilizaciones y tradiciones.

En la antigua Mesopotamia, alrededor del 2000 a.C., se celebraba el festival de Akitu, que marcaba el comienzo de la primavera y el nuevo año. En Egipto, la celebración del Año Nuevo estaba vinculada al ciclo del río Nilo, y los romanos también tenían festivales que marcaban el inicio del año.

Sin embargo, la fecha del 1 de enero como inicio del año tiene sus raíces en el calendario juliano implementado por el emperador romano Julio César en el año 45 a.C. Antes de eso, el año nuevo solía comenzar en marzo. Julio César estableció el 1 de enero como el primer día del año en honor a Jano, el dios romano de las puertas y los comienzos.

La elección de enero para marcar el comienzo del año tenía un simbolismo especial, ya que Jano era representado con dos caras, mirando hacia atrás al año que terminaba y hacia adelante al que comenzaba. Este simbolismo reflejaba la idea de mirar hacia atrás y aprender de las experiencias pasadas mientras se mira hacia el futuro con esperanza.

A lo largo de los siglos, la celebración del Año Nuevo ha evolucionado y ha sido adoptada por diversas culturas con diferentes tradiciones y costumbres, pero la elección del 1 de enero como fecha común para la celebración tiene sus raíces en la implementación del calendario juliano en la antigua Roma.