El Ejército de Israel ha intensificado sus ataques en Rafah, una ciudad del sur de Gaza, resultando en la muerte de al menos 25 personas y dejando a 50 heridos tras un bombardeo sobre tiendas de desplazados en Al Mawasi. Según fuentes médicas, el ataque aún no ha sido oficialmente atribuido por las fuerzas israelíes, aunque estas afirman estar investigando el suceso. La ofensiva ha provocado una gran destrucción en barrios residenciales.

Los ataques se han concentrado en el centro de Rafah, en Al Auda, y en el noroeste, en Tal al Sultan. Las zonas sur y este de la ciudad ya están bajo control israelí desde el inicio de la incursión el 6 de mayo. El alcalde de Rafah, Ahmed al Sofi, advirtió sobre una inminente catástrofe humanitaria, subrayando que la ciudad está completamente ocupada por militares israelíes y que los habitantes están muriendo en sus tiendas debido a los bombardeos.

La situación es crítica para los residentes y desplazados, que suman unas 65,000 personas según la UNRWA. Antes de la incursión, Rafah albergaba a 1.4 millones de refugiados gazatíes. No hay centros médicos en funcionamiento y la escasez de comida y agua es alarmante. Además, la destrucción de infraestructura en áreas como el corredor de Filadelfia y el Barrio Saudí ha sido total, con edificios residenciales demolidos.

En la ciudad de Gaza, al menos 17 personas murieron en diversos ataques, incluyendo bombardeos sobre una vivienda en Beach Camp y ataques en el barrio de Zeitun. Otros dos gazatíes fallecieron en el barrio de Khirbet al Adas, al norte de Rafah. En total, se estima que la ofensiva israelí ha dejado 37,470 muertos en más de ocho meses.

La falta de comida y agua potable sigue siendo un problema crítico. Según la ONU, solo el 46% de las misiones de asistencia humanitaria al norte de Gaza han sido facilitadas por las autoridades israelíes. El director del Hospital Kamal Adwan, Hosam Abu Sfiya, alertó sobre la propagación de enfermedades debido a la ausencia de alimentos saludables y agua potable. La escasez de combustible también obliga a la población a quemar plástico o leña para cocinar.

La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) ha advertido sobre el trauma psicológico que la guerra está causando en los niños gazatíes, muchos de los cuales muestran síntomas de depresión debido a la pérdida de familiares, hogares y la normalidad de su vida diaria. La falta de suministros esenciales y el entorno de constante peligro han agravado la situación.