Benny Gantz, jefe del partido Hamajané Hamamlajtí, anunció este domingo su salida del gobierno de Benjamín Netanyahu. Durante una rueda de prensa, Gantz explicó que decidió unirse en octubre a Netanyahu a pesar de considerar que era “un mal gobierno”, con el objetivo de contribuir a la guerra contra Hamás.

En su discurso, Gantz enfatizó que su decisión no fue por razones políticas, sino por luchar por el bien de Israel luego del 7 de octubre. No obstante, acusó a Netanyahu de destruir la unidad gubernamental y priorizar sus propios objetivos políticos. “Las decisiones estratégicas críticas chocan contra las vacilaciones y dilaciones debido a consideraciones políticas”, declaró.

Compleja Decisión en Medio de la Crisis

Gantz subrayó que su decisión de abandonar el gobierno fue compleja pero necesaria ante los desafíos que enfrenta Israel actualmente. "La campaña durará años, no les garantizo una victoria fácil y rápida, pero merecen más que promesas vacías”, afirmó. También acusó a Netanyahu de ser un obstáculo para lograr una "victoria real" en la guerra y urgió al primer ministro a disolver el gobierno y convocar a nuevas elecciones, con el fin de establecer un nuevo gobierno en el que confíen los israelíes.

Respaldo del Partido

Junto con Gantz, también abandonaron el gobierno de Netanyahu sus colegas de partido, Gadi Eisenkot y Jili Tropper, quienes eran parte del gabinete de unidad. Tras el anuncio, Netanyahu expresó su disposición a recibir en su gobierno a cualquier otro partido dispuesto a colaborar en los esfuerzos de guerra.

Reacciones y Consecuencias

El líder de la oposición, Yair Lapid, calificó la salida de Gantz del gobierno de Netanyahu como “importante y acertada”. Lapid hizo un llamado a cambiar el gobierno actual por uno más sensato que pueda restaurar la seguridad, regresar a los rehenes, rehabilitar la economía y mejorar la posición internacional de Israel.

La salida de Gantz, una figura política valorada en Israel, supone un golpe simbólico más que práctico para el gobierno de Netanyahu, que aún mantiene una mayoría en el parlamento. Sin embargo, esta acción aumenta la presión sobre el primer ministro en medio de la creciente crítica interna y externa sobre la gestión de la guerra y la situación en Gaza.