La ciudad de Rafah, al sur de Gaza, se encuentra sumida en el caos mientras más de 360,000 personas han huido en masa ante la anunciada invasión planeada por Israel. La ONU ha emitido una advertencia urgente sobre la escalada de la crisis humanitaria en la región.

Altos funcionarios estadounidenses han reiterado sus preocupaciones ante la posibilidad de un ataque israelí a gran escala, advirtiendo sobre las potenciales consecuencias devastadoras para los civiles. Se teme un aumento significativo en el número de víctimas civiles si la ofensiva se lleva a cabo según lo planeado.

En un intento por justificar la acción militar, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha descrito la ofensiva como "una guerra sin opción". Sin embargo, este movimiento se produce en un contexto de crecientes tensiones internas, con protestas antigubernamentales exigiendo la liberación de rehenes que sacudieron varias ciudades de Israel durante el Día de los Caídos.

Desde el inicio de los ataques israelíes el 7 de octubre, el Ministerio de Salud de Gaza informa que más de 35,000 palestinos han perdido la vida y otras 78,600 personas han resultado heridas. 

La situación es especialmente crítica en el campo de refugiados de Jabalya, en el norte de Gaza, donde los residentes están desesperadamente tratando de escapar de los intensos bombardeos y disparos perpetrados por las fuerzas israelíes, que han aumentado su intensidad en los últimos días.