La Iglesia Católica, en varias naciones, celebra cada 30 de agosto a Santa Rosa de Lima (1586-1617), considerada patrona de Perú, América y Filipinas. En su país natal, Perú, el día de su conmemoración se establece el 30 de agosto, una semana después de su festividad universal. Además, su día es de carácter solemne, tanto religioso como civil, con festividades y un feriado oficial.

Santa Rosa de Lima, cuyo nombre de nacimiento fue Isabel Flores de Oliva, nació en Lima el 20 de abril de 1586. Aunque inicialmente su nombre era Isabel, debido a su radiante color de mejillas, cariñosamente comenzó a ser llamada "Rosa". Recibió una educación esmerada y centrada en la formación espiritual, lo que la llevó a conocer y admirar a Santa Catalina de Siena.

Su vida estuvo marcada por la devoción y la caridad. Trabajaba en el huerto durante el día y confeccionaba ropa por la noche para ayudar a su familia económicamente. A medida que crecía su amor por Cristo, experimentó una entrega más profunda a Dios. Se dedicó a la oración y la penitencia, y desarrolló un fuerte deseo de consagrar su vida a Dios mediante un voto de virginidad.

Santa Rosa también se destacó por su compromiso con los más necesitados. Se sometió a rigores físicos y mortificaciones como una forma de ofrecer sacrificios por ellos. A pesar de la presión para casarse, defendió su vocación y se unió a la Orden de Santo Domingo como Terciaria. La santa vivió en la ermita que construyó y experimentó místicas experiencias en soledad.

Su fervor y amor por Dios la llevaron a ser conocida como "Rosa de Santa María". También tuvo un papel de intercesión protectora, como durante el intento de ataque pirata a Lima en 1615. Falleció el 24 de agosto de 1617, a los 31 años, dejando un legado de devoción, sacrificio y caridad. En 1671, el Papa Clemente X la canonizó, convirtiéndola en la primera santa de América y patrona de vastas regiones.